lunes, 4 de abril de 2016

Pasaje de ida

Publicado por Octavio Maidana on 11:51:00 with No comments

Me desperé bañada en sudor en la perturbadora oscuridad de una noche de invierno, eran las cuatro de la mañana y sólo un perro aullando una tristeza infinita y helada; quebraba el silencio de la calle monótona.

Había sido un sueño, una pesadila, en realidad toda mi vida había sido un mal sueño, como si estuviera atrapada en una historia ajena a mi y de la que no podía huir.

 En dos horas debería ir al almacén de Don Julio, levantar la pesada cortina de metal, baldear la vereda cubierta de escarcha, con ese desinfectante inmundo, mientras él, mate en mano, me hablaría de su vida pasada; de un pasado que se inventa cada día y posaría sus manos mugrientas en mi cuerpo joven y frágil, produciendome nauseas. Y yo que me invento un futuro cada día pensaría que en cuanto juntara la plata me iría a Tucumán, donde todo es luminoso, tibio y perfumado y quizás mi madre aún me espera. 

Don Julio se alumbra con una lámpara de alcohol para ahorrar luz eléctrica, mientras sentado en su silla de ruedas, hace cuentas, maldice, grita, escupe... Fingí ayudarlo con los números, me acerqué al mostrador y como si empujara un destino inexorable... Cayó la lámpara sobre sus piernas muertas, sobre los sucios trapos con los que se abriga, sobre las botellas de Wiskhi barato, sobre sus manos obsenas, oigo sus gritos desesperados y creo que los oiré siempre. Amanece en la calle monótona y poco a poco comienza el movimiento.Tengo mi bolso preparado, la caja de madera donde Julio guardaba la plata pero creo que ya no tengo donde ir. Fin